
VIERNES
Zeïn ( 7 ) ז
Alguien dice que el hombre inteligente ve el mundo en movimiento perpetuo. Yo creo que estas olas que me salpican y que vienen y van, me están haciendo desvariar. Vamos, que es hora de regresar a la casa. Ah, la bicicleta... Caminaré y caminaré en contra del Sol, hasta llegar a Guanabacoa... pero yo sé que también bordearé la bahía de La Habana y el susurro de los grillos del antiguo basurero de Cayo Hueso y la oscuridad, me acompañarán todo el tiempo. Claro que tengo miedo... Sin embargo, me esperan en casa.
Cánovas cierra el libro y recuerda el terrible instante. Mala idea la de aquel viaje a París. Ana... quería compartirlo con él. Sentía su amor y su indiferencia por ciertas cosas, que hacían de ella una rara mujer. Era libre, cuando le expresaba su ternura, y su cabello rojo le acariciaba furtivamente como animado por su deseo, cuando ella se acercaba. Fue Ana quien sin decirle nada, de pronto entró en una librería parisina y al salir, le extendió un paquete conteniendo algo sobre la Cábala. Era eso lo que le atraía de ella, sabía mucho de su existencia y casi nada al mismo tiempo... era su misterio de mujer diferente. Le recordaba un ángel, de los más hermosos, por la lisura de su piel y sus ojos perfectos. Extrañamente, aunque se peinaba a la moda, guardaba una gran porción de sus cabellos sueltos, no obstante, es cierto que discretamente ocultos por sus vestiduras. El viento sin embargo, la traicionaba, porque hacía volar las muselinas y dejaba su rostro al descubierto. Era como si la Isla mágica que guarda Nôtre Dame, quisiera mostrarme una Eva tentadora, para sentirme como Adán, de nuevo en el Paraíso. Era feliz.
La dejé para entrar en la nao y llegar al altar principal de Nôtre Dame. Me imponía su severidad y la enorme disposición del sitio en el que se suponía, debía reverenciar el nombre de Dios. Eran tiempos difíciles... unos meses atrás un gobierno comunal se había apoderado de todo París. Habían incendiado el Palacio de la Alcaldía de la ciudad, el Hôtel de Ville, que todavía permanecía en ruinas... el ambiente era tirante. La ciudad guardaba todavía testimonios de aquellas violencias y se anunciaba otros males mayores que como rumores, venían del extranjero. ¡Qué rayos hacía yo en París, cuando me esperaba un puesto en una Isla del Nuevo Mundo, en el Caribe! Me permitía un amor... cuando lo que debía hacer era partir de Madrid a La Habana, y había retardado en espacio y en tiempo, mi partida.
Contrariado por este pensamiento, busqué la salida de Nôtre Dame cuando, tuve un presentimiento raro. Corrí... y encontré a mi mujer por tierra, a la entrada del Templo.
He salido en dirección del este de la ciudad de La Habana, hacia Guanabacoa. Atrás dejo el rítmico sonido de las aguas. Camino, como una vez lo hizo José Martí, en una cita que lo llevara al Liceo de Guanabacoa, cuando pronunció uno de sus discursos más célebres, convertidos para nosotros, en ensayos. Marcho en la noche. Tengo suerte, puedo pensar y caminar al mismo tiempo. Los marcianos no podrían soportar usar en demasía sus tentáculos...
Me pregunto qué buscaba Cristóbal Colón (Christophorus Columbus: Portador-Salvador Paloma o Mensajero) cuando se empeñó en descubrir Cipango: o sea, ¿las Indias Orientales? ¿Sabía que encontraría un Nuevo Mundo? ¿Su insistencia en decir que había encontrado el Oriente, no ocultaba algo más?
Portaba un secreto sin dudas: porque todos creían que la tierra era plana... ¿viajar entonces hacia el lugar donde el sol moría, no tendría peligros, pues sería descubrir el fin del mundo? ¿Cómo, entonces, pretender que viajando contra todo criterio racional (y de experiencia marina y cartográfica), hacia el Oeste, se lograría llegar a una tierra que se situaba al Este?
No sé muy bien porqué los europeos, cuando viajamos en dirección al Sol poniente, cruzando el Atlántico, hallamos el recorrido menos fatigante y verdaderamente, buscamos la Utopía, la Felicidad y el Otro Mundo hacia el Oeste del planeta. ¿Acaso una lucha contra el magnetismo de la Tierra nos impide viajar placenteramente en la misma dirección del SOL, que es la Vida? ¿Las antiguas leyendas sobre la Atlántida no tendrían razón sobre la existencia de una Pangea destripada por fuerzas mega-cósmicas? ¿Y el SOL? De todas formas, entre Eurasiafrica y las Américas, un vacío crece, centímetro a centímetro hasta el día, la hora, el minuto y el segundo en que una segunda Pangea comenzará a constituirse, fundiendo lo que en el polo contrario se separa.
En ese momento, una segunda Atlantis reinará como aquella que, aunque frágil, en sus sutiles técnicas --desaparecidas por ello, sin dejar la más mínima huella: como los débiles códigos binarios de nuestros ordenadores--, poderosa por el alcance de sus transformaciones a la Naturaleza, quedó como una sombra dispersa en civilizaciones que, aparentemente, no son más que un espejismo de aquélla: la madre de las culturas y sin duda, el fin y comienzo de una historia de la Humanidad.
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